Una Visión de Plantación Latina Urbana
Nunca imaginé que los barrios donde crecí serían la mejor escuela de liderazgo que Dios me regalaría. Desde Santo Domingo hasta Nueva York y, durante los últimos 27 años, Houston: tres ciudades distintas, unidas por un mismo hilo —los márgenes urbanos.
Mi historia fue formada por la ciudad: los barrios, las familias inmigrantes que trabajan cuando todos duermen, el ruido, los apartamentos compartidos… Ese mundo me moldeó, definió mi llamado como pastor y plantador, y me enseñó que la misión no comienza en un templo, sino en las calles, las esquinas y los espacios donde la vida real ocurre.
Los márgenes urbanos son hoy el corazón de la oportunidad para el avance del evangelio entre la población latina.
Houston refleja una dinámica que se repite en todas las grandes ciudades del país —Nueva York, Chicago, Los Ángeles: la gran mayoría de los inmigrantes latinos crecen, se diversifican y se concentran en los márgenes del centro de la ciudad. Este panorama demográfico nos presenta un imperativo misional claro: los márgenes urbanos son hoy el corazón de la oportunidad para el avance del evangelio entre la población latina.
La población latina es cada vez más urbana. Las Naciones Unidas predicen que, para el 2050, nueve de cada diez latinos americanos vivirán en ciudades. Y esto no es sólo futuro: un estudio de Lifeway Research (2023) revela que más del 80% de las iglesias latinas en los Estados Unidos ya están en contextos urbanos.
Dr. Josh Ellis, “Forests and Deserts”
Sin embargo, al menos en Houston, la realidad es que por cada diez iglesias que se plantan, sólo una nace en los márgenes, donde vive la mayoría de los hispanos. A esto se suma otro desafío: muchos modelos de entrenamiento fueron diseñados para contextos suburbanos anglo, luego traducidos al español, y asumimos que funcionarán en barrios donde la vida se mueve con otras presiones, ritmos y dinámicas sociales.
A esto se suma que muchas de nuestras iglesias establecidas en el centro urbano —aunque llenas de compromiso misional— operan con una mentalidad rural y con modelos que no siempre responden a nuestra cultura o realidad. El resultado: hacemos ministerio “como hace 20 años”, mientras la ciudad ha cambiado por completo, lo que genera frustración, agotamiento y desconexión con el barrio. Y, para colmo, persiste la falta de financiamiento equitativo. El estudio más reciente de LifeWay Research revela que el 79% de los recursos para iniciar una iglesia hispana proviene de la propia plantación y que un 43% proviene directamente del bolsillo del pastor o plantador. A esto se suma una mentalidad paternalista en sectores de la cultura mayoritaria, donde aún se habla en términos de “ayuda” en lugar de colaboración y verdadera alianza.
Pero, a pesar de estas brechas económicas y culturales, la plantación de iglesias urbanas no se detiene—ni se puede detener. No podemos esperar a que otros decidan financiar de manera equitativa para comenzar a plantar iglesias saludables. Es por esto que, cuando hablamos de la plantación de iglesias latinas, no basta con traducir modelos. Debemos interpretarlos, contextualizarlos y permitir que el barrio tenga voz. La meta final no puede ser los números. Como líderes latinos, estamos en una posición única para liderar un movimiento de plantación que no solo fortalezca nuestras comunidades, sino que contribuya al bienestar integral de toda la ciudad.
Como dice Jeremías 29:7:
“Busquen el bienestar (shalom) de la ciudad.”
Un Nuevo Modelo: Encarnación y Discipulado
En el Centro de Entrenamiento para Plantadores Hispanos de la UBA nos hicimos una pregunta crucial:
¿Cómo podemos plantar iglesias que enriquezcan la comunidad, amén la ciudad y contribuyan al shalom urbano?
Descubrimos que la clave no es un programa, sino un compromiso profundo con la encarnación.
Existe una enorme diferencia entre comenzar un servicio dominical y plantar una iglesia. La plantación comienza no con el primer culto, sino cuando el plantador encarna su comunidad y se compromete a caminar sus calles, conocer a sus vecinos, comer en los mismos lugares, escuchar sus historias y compartir vida. Significa pertenecer al ritmo del barrio, no llegar como un “salvador”.
En este modelo, el discipulado deja de ser un evento y se convierte en un viaje que comienza antes de la conversión y acompaña toda la vida del discípulo. El evangelismo fluye de relaciones auténticas; no es un evento transaccional, sino parte natural del viaje de discipulado.
La expresión pública de la iglesia también cambia. A diferencia del típico “lanzamiento”, la comunidad discierne juntos cómo y cuándo hacerse visible. Puede tomar forma de un servicio tradicional, una red de casas o un modelo híbrido. Con la diferencia de que la atracción no es el programa, ni el culto: es la misión compartida.
Nuestra visión para la plantación latina urbana
Nuestro anhelo para Houston —y para otras ciudades del país— es sencillo:
Que en cada rincón donde haya latinos exista una comunidad encarnada, saludable y misional, que ame su barrio, integre fe y vida, y forme líderes para ser enviados.
Que haya colaboración real entre iglesias, denominaciones y plantadores, no buscando protagonismo, sino actuando como socios en la misión de saturar la ciudad con el evangelio y trabajar por el shalom de Dios para la ciudad.
Si al leer este artículo sientes un llamado a la plantación de iglesias, el Centro de Entrenamiento para Plantadores Hispanos puede acompañarte. Una nueva cohorte comienza en enero 2026.
Si estás interesado, llena la aplicación aquí o comunícate con: Víctor Marte — victor@ubahouston.org
¿Cómo podemos plantar iglesias que enriquezcan la comunidad, amén la ciudad y contribuyan al shalom urbano?